Un encuentro para el reencuentro*

KP2017

En diferentes momentos, con particulares tiempos, modos y medios, nuestros pasos nos llevaron una vez más a la placidez, el verdor y la amabilidad de Mandinga. Allí no sólo nos recibió generosamente el poroto anfitrión -Klaudio – sino también la tierna imprudencia de Frutilla, el relajo de Mateo (cuya actitud me hizo imaginar un micrometraje que titularía “La buena vida de Mateo”, protagonizado, claro está, por él), y el recién estrenado corte de pelo de Mandinga.

Allí hubo besos, apretones de mano, abrazos y sonrisas. “Qué bueno verte, compa”, “cómo va todo, huacho”, “parece que no estuviste en la última reunión, cierto”, “¿les parece si comenzamos?”,  “la idea en este momento es que juntos…”, “yo discrepo con el compa en ese punto”… “compas, ya poh, estamos medio dispersos”, “y si reformulamos esto”, “¿y a qué hora el chapuzón?”.

El trabajo fue ameno, fue conversa, fue diálogo. Hubo acuerdos y desacuerdos, un variopinto de intensidades, estilos, ímpetus, expresión de conformidades y disconformidades; enfados, tensiones, alegrías, satisfacciones y anhelos. Frustraciones, deseos de más; también de menos. Nos sumergimos en evaluar nuestro 2016 y proyectar nuestro 2017: qué hicimos, y si lo hicimos bien, más o menos, o podríamos mejorarlo. Qué no queremos repetir, qué queremos continuar haciendo, con quiénes y para qué. La jornada fluyó y era hora de nutrir el cuerpo y también el espíritu. Y cómo no hacerlo, si la comida es y será fundamental en nuestros encuentros, más aún con la generosidad y dedicación de Juanca y Gonza, verdaderos orfebres del amor y la conquista por la guatita, el aporte del grupo y la variedad de platos para un asado carnívoro-vegetariano-vegano.

Más tarde había que festejar el placer de estar ahí, y la música no podía faltar. La creatividad, versatilidad y talento porotero se hizo ver de distintos modos; todos con un denominador común: pusimos como pocas veces -a juicio del que escribe- el cuerpo a disposición. El baile se apoderó de la noche, los recuerdos, las canciones cantadas con pulmón, y las conversas. Todo nos convocaba, todo nos reflejaba en nuestras afinidades y diferencias, en nuestras individualidades y kolectividades. Adamo, cumbia villera, Juan Gabriel, Daniela Romo, Madonna y tantxs otrxs pasaron por el playlist que nos acompañó, y que más tarde se completó con la fuerza de la música más contestataria (las disculpas por no ser capaz de nombrar a las bandas, pero el que escribe a esa hora caía en sueño).

La siguiente jornada fue de proyección. De preguntarnos cuestiones que van a orientar la ruta. Y ahí estábamos de nuevo, entre nubes mañaneras, ojeras  y uno que otro bostezo asumidos de buena gana por la velada que horas antes nos tuvo meneando caderas, palmas y cabezas. Una mañana que prometía la luz del sol para clarear la reflexión, y el calor de este para el chapuzón intermedio. Pa’ remojar el mate, la piel y las ideas. “¿Una foto grupal?”, “Ya, pongámonos todos juntos allá”, “No, mejor aquí porque la luz…”, “Puta, salió charcha. ¡Otra!”

Nos gratificamos por lo hecho. Sin autocomplacencia, pero sin flagelación grupal. Lo hicimos como fue, y ya está. Démosle pa’ delante y a mejorarlo. Agradecimientos, y nuevos horizontes… porque la horizontalidad es nuestro horizonte. Abrazo apretado y aplauso porque Gonza asume en la coordinación; aplauso y sonrisas porque Jonny se puso la camiseta y se ganó… mmm… qué puede ser… mmm… vale, un poroto. Se rearman grupos de trabajo y se refrescan las voluntades. Se viene un 2017 complejo: con pugnas por el poder político representativo institucional; por apañe a las y los migrantes ante discursos racistas y xenófobos, por darle duro al capitalismo con la mente y el cuerpo. Por continuar la caminata hacia la plena autonomía de todo sujeto y sujeta oprimido: mujeres, trans, colas, lelas y tantxs más; por incomodar al macho y al machismo; por incomodarnos, por acomodarnos. Démosle, compas, nos falta cuerpo, podemos. No sobra patriarca y hetero, ¡podemos!

Las humitas esperaban y la fuente con tomate hacía lo propio. Era hora de cerrar la jornada corta para reabrir la extensa. La de dos días para la de un año. El splash! del agua en la piscina y el ting! al anotar un gol en el taca taca, resonaron juntos en la atmósfera porotera previa a la comilona (¡dicen que hubo uno capaz de comer dos humitas y media!). Esa atmósfera que nos cuesta explicar, pero que cautiva y acoge. Agradecidos, entusiasmados y con un feliz agotamiento, nos aplaudimos, nos miramos y nos sonreímos plácidos por haber amasado este encuentro; un encuentro para el reencuentro… y el reencanto.

Con caricias, Migue

(*) Crónica de la jornada anual de evaluación y planificación del Kolectivo Poroto 2017 

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