Tremonhue 2016: ronquidos, chapuzones y trabajo kolectivo

IMG-20160131-WA0007El Cajón del Maipo es siempre un lugar grato para visitar. Hoy, parte de una pugna política y social por la inminente instalación de la central hidroeléctrica (NO) Alto Maipo -que tiene a la comunidad en alerta y dando una lucha que busca preservar nuestros recursos y el patrimonio natural de la zona- fue el entorno que nos recibió para disfrutar de nuestra jornada de planificación porotera 2016.

DSC_1910El agotamiento de la semana laboral, la paternidad y otros asuntos de la vida, no fueron mayores que nuestros deseos de vernos, sentirnos, mirarnos y disfrutarnos. Y así transcurrió el finde… horas de trabajo, reflexión, revisión de lo realizado y proyección de lo que queremos y anhelamos (y para qué) como organización política. Las dinámicas fluyeron, se incorporaron y movilizaron los cuerpos, los sentimientos y las orientaciones políticas del presente y futuro porotero.

DSC_1869Los días y noches nos cubrieron con un manto de aire cálido. Hubo conversas, incentivos para amenizarla y darle otras dimensiones; magia, risas, emoción, juegos, chapuzones, música, baile, narices rojas, caricias, tallas, afecto y confesiones; comida de la buena, ronquidos; la siempre sabia simpleza de un niño… sueño y sueños… siestas para mitigar el primero y espacios para darle rienda suelta a los segundos. Recibimos y entregamos obsequios… materiales y de los otros.

DSC_1833Nuevamente se configuró aquello que se encuentra a la base del quehacer porotero: el fin político de derribar ladrillo por ladrillo el muro de nuestra realidad patriarcal, a partir de cada uno de nosotros, en tanto sujetos, y con el resto, como partes de una comunidad. Darle cuerda a la reflexión para llevarla al cotidiano. Preguntarnos -una vez más y sin temor a que ello varíe y mute en el tiempo- quiénes somos, qué queremos, para qué y cómo hacerlo. Todas preguntas que no rebotan vacías, sino que surgen desde la experiencia individual y kolectiva acumulada en el pasado y el presente.

DSC_1870¿Nuestros logros? Acuerdos políticos grupales, basados en la riqueza de nuestras diferencias, de nuestras contradicciones y tensiones intra e intersujetos, trabajadas desde el sentido kolectivo y hacia la acción social cuyo punto de partida es el sí mismo…

Imagino el 2016 como una olla de porotos SIN RIENDAS. Agradecidos de las sujetas y sujetos que en 2015 apañaron, se interesaron, participaron y nos hicieron participar, nos contactaron, mensajearon, movilizaron, cuestionaron y construyeron vínculos permanentes o temporales con nosotros… esos “otros vínculos” por los que la porotá seguirá su rumbo este año.

Con un apretón de manos el coordinador saliente, Miguel González, le da la bienvenida al coordinador entrante Rodrigo Zúñiga. El coordinador interino Carlos Guerrero, sonríe conforme, ante esta importante decisión.

Migue

KP, 2 de febrero de 2016

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De brazos cruzados…

Miguel Ángel González, militante del Kolectivo Poroto, comparte una interesante reflexión del último Taller de Paternidades en Lo Prado, espacio en el cual estuvimos trabajando con diversos actores y actrices locales de la Red Chile Crece Contigo.

Mayo, 2015.

De brazos cruzados…
La mañana fría recordaba que sí, que ya estamos entrando en los días de bajas temperaturas matinales, lluvias que (esperemos pronto) purifiquen el entorno, y hojas caídas en las calles… esas hojas que a muchxs nos pidieron para confeccionar manualidades infantiles sobre el otoño.
Nunca antes visité Lo Prado, lugar hasta donde nos tocó llegar para compartir con varones de la comuna, sobre eso que llamamos paternidad y crianza. Junto a Carlos y Devanir reparamos en la -a mi juicio espantosa estructura metálica que a modo de arco cruza una calle principal, coronada por una cruz, recordando la vista del Papa a Chile en 1987-. “Otro ejemplo de colonización permanente de las conciencias”, pensé.
Luego, seguimos rumbo al lugar de encuentro: la reluciente Biblioteca Gabriel García Márquez, hasta donde poco a poco fueron llegando tímidos, silentes, pero seguro expectantes nuestros compañeros de jornada. Esos hombres (más dos mujeres que se sumaron), que decidieron ver qué traía este encuentro; que nos regalaron una preciosa mañana de sábado y nos permitieron invertir con ellos un tiempo de encuentro.
Presentaciones de rigor y establecimiento de algunas nociones importantes para el grupo: trabajo horizontal, aprendizaje mutuo, participación y dinamismo. Nociones que más tarde serían motor del trabajo.
Llegado el momento en grupos, fue el mensaje que me entregaba su cuerpo lo que me permitió ver en él un desafío, una invitación y una curiosidad que opté por canalizar en pos del grupo, y dosificar para que poco a poco, en la medida que él lo permitiera, diera luces sobre lo que tenía para entregar el ser interno que se protegía bajo esos brazos cruzados, aquel ceño fruncido y expresión de impenetrabilidad, acentuado por una piel curtida y manos trabajadoras. Recordé que la paciencia es una virtud revolucionaria y observé, esperé… el diálogo fluyó, y la presencia de una compañera lo dinamizó con lo certero de sus palabras, su gran capacidad expresiva y la gracia de su acento cubano-chileno.
Su turno llegó sin que lo pidiera.  “No tuve ni tengo relación con mi padre, y no me interesa tenerla. Está vivo, sé dónde y qué hace, pero no me interesa”. Eran el trauma, el abandono, la ausencia, la carencia, y el rencor los elementos que configuraban la vivencia de aquél hijo –también padre- que tanto llamó mi atención. Las conversas continuaron, y a tales experiencias compartidas, había que darles espacio para que continuaran su trabajo de remoción de escombros, pues finalmente, por muy taller que fuese, el de brazos cruzados se desnudaba frente a un grupo de extrañxs.
Minutos antes de culminar el primer espacio grupal, sus palabras vinieron sin ser esperadas. “Lo importante de todo lo que me pasó, es que no quiero repetirlo y no lo repito. Nada de lo que me pasó quiero que ocurra a mis hijas, por eso les entrego amor y todo lo que necesiten, aunque lo material no es lo más importante”.
Con ese mismo ritmo fluyeron tantas otras experiencias de vida -que ni este ni ningún escrito son capaces de reflejar fielmente-: de auto crianza en la calle, de esfuerzo, de conciencia de clase por ser sujetos padres en la cultura neoliberal del trabajo, el éxito, el consumo y la escases de tiempo, así como también otras gratificantes; de hijxs con recuerdos felices, padres presentes y figuras de orgullo. Una mixtura que cocinó un plato de los que más se recuerdan, aquellos que llevan varios ingredientes y mezclan sabores.
La jornada llegó a su fin y la palabra más repetida fue gracias; hubo risas, abrazos y valoración por lo entregado y recibido. El compañero de los brazos cruzados nos dejó antes de terminar, pero en mi mente seguía presente la mirada profunda de ese compañero y la decisión política de no repetir, de romper el cerco y ser con lo que vivió, pero para transformar su realidad más íntima… un hombre que, a pesar de lo que su cuerpo decía al comienzo, no se quedó de brazos cruzados…
Diría que el nombre de la biblioteca está bien puesto. No sólo por el homenaje que, sin duda, se le debe al “Gabo” García Márquez, sino porque mucho de lo que allí ocurrió fue, a mi modo de ver, y como con las mariposas amarillas, un encuentro mágico con el realismo.
Migue

Reporte de Taller: «Paternidades y Crianzas» desde la mirada de un varón porteño

Reporte, del verbo reportar. Retribuir, proporcionar, recompensar.

Llegaba tempranito a la capital… en unas horas sería la esperada re-unión… miraba los edificios y las calles, cada vez q voy a Santiago me da la impresión de que ambxs (las calles y los edificios) están un poquitito más grandes que la vez anterior… es como que los objetos de esa ciudad están en constante crecimiento, junto con la ciudad.
Caminaba por Santiago entusiasmado, mis expectativas se reducían a las simples ganas de juntarme con hombres a compartir en libertad (socialmente hablando), y para eso se necesitaba mirarnos a los ojos, sonreírnos, tratarnos amablemente, con cariño. De este modo, mis expectativas se cumplieron al minuto que entré a la sala, y todo el resto fue un regalo.
Yo dividiría la jornada en tres partes, aunque se mezclarán a lo largo de toda la mañana.
La primera parte fue un encuentro, como lo es el encuentro de un grupo de niñxs desconocidxs (desconocidxs entre ellxs) en una plaza, donde se ponen a jugar sin presentarse, ni analizarse, ni cuestionarse. Tomamos globos de colores y jugamos… queríamos hacerlo, nadie se preguntó mucho por qué, pero queríamos hacerlo. Ahí compartimos experiencias espontáneas, risas, conversaciones y alegría. Esa instancia nos presentó como los seres sensibles y frágiles que somos, nos envolvió en un ambiente sin competencia, sin pretensiones… nos posicionó en el anhelado ambiente de libertad, en un espacio amable, pero claramente político.
 
La segunda parte fue el compartir nuestras relaciones con nuestros padres. Teníamos historias muy distintas, algunos con padres presentes, otros con padres ausentes, pero un denominador en común: la distancia. La distancia se ha expresado de forma categórica entre nosotros, los varones. Ser muy afectuoso y cariñoso es símbolo de poca hombría y el ser homosexual se considera un insulto desde chiquitito en el liceo… la sociedad nos llena de miedos a cosas que no existen, planteando un estereotipo de macho al cual debiésemos seguir, el que contempla, entre otras cosas, opacar las emociones y mantener distancia entre nosotros mismos. De este modo varios recibieron la caja de herramientas desde muy temprana edad, pues serían los hombres de la casa y deberían cuidar y proteger a sus mujeres (aunque ese cuidar algunas veces no sea mas que reprimir). Así fue como nuestros padres ya habían recibido las cajas de herramientas (que simbólico regalo) de nuestros abuelos, ya habían sido tratados con distancia y ahora era nuestro turno, nuevas generaciones de machos preparados para jamás llorar ni reclamar amor.
En la tercera parte compartimos nuestras emociones sobre nuestrxs hijxs, lxs que ya existen, lxs que queremos que vengan y lxs no queremos que vengan. La crianza es un trabajo social y colectivo, lo que además la transforma en una instancia política, pues lo cotidiano es político. 
Conversamos grandes traumas vivenciados, como la escuela y su carácter autoritario, donde cualquier gesto de libertad es reprimido; conversamos sobre la tortura del parto y los tratos inhumanos que reciben nuestras compañeras, madres y hermanas junto a nuestrxs niñxs (donde además somos excluidos).
Conversamos además sobre la distancia que no queremos tener. No tenemos muy claro como criar a nuestrxs hijxs, pero si sabemos que buscamos que se desenvuelvan en un ambiente donde el amor, la creatividad y las emociones dancen sin interrupciones en sus cabezas y las nuestras. De esta forma necesitamos des-aprender para al mismo tiempo aprender juntxs. 
Volví a mi región contento, no hay grandes calles, solo las mismas casitas de colores de hace 100 años atrás, que se
derrumban y queman una y otra vez, pero que siguen ahí, entre tanto laberinto. Pensé entre la diferencia de ser hombre en Santiago o en Valparaíso… pensé como sería un hombre chilote… pensé en un hombre boliviano, pensé en un hombre negro… pensé en un hombre heterosexual, en uno gay y en uno bisexual. Pensé en un rusio, pensé en un indio. Pensé que nos une y que nos distancia. Pensé que las distancias se acortan con sonrisas, con compartir un tecito caliente en la mañana. Pensé que juntxs la vida es mas fácil y me fui bailando pa la casa.
Poncho Con Pancho
Valparaíso
25 de Junio, 2014

Notas de un poroto hallado sobre Paternidades y Crianzas.

Hallado, del verbo hallar. Estar presente, encontrarse.

Kolectivo Poroto, Ciclo «Palabra de Hombre» Taller sobre Paternidades y Crianzas
Sábado 21 de Junio,

2014 – Santiago

 
 
Sábado por la mañana camino por diez de julio, barrio clásico de venta de repuestos y arreglos de vehículos, lugar de predominio masculino, hoy es el último día de trabajo por estos lares. Voy acercándome ya al aguerrido y combativo liceo A-13 Confederación Suiza, lugar donde en el patio hacen arreglos, hay ruido de taladro y/o sierras eléctricas. Entro al liceo, llego a una sala donde se realiza el taller de este sábado: “Paternidades y Crianzas”, encuentro voluntario entre  hombres, que quieren, que se atreven a reflexionar y a compartir. En círculo, sentados en sillas, nos presentamos y manifestamos nuestro interés por el taller, comienza dinámico con la invitación a tomar del centro un globo, jugar con el objeto,  personalizarlo,  animarlo, a hacerlo de uno, a presentarlo a otro compañero y a conservarlo durante el taller, es este momento en donde entramos en cuerpo y alma jugando: al encuentro. Se nos invita a dividirnos por grupo asociándonos en relación a nuestros globos, color tamaño o carácter dado; se nos invita a compartir en el grupo nuestras vivencias, como hijo.
Hay café, té, galletas, pie de limón, el ambiente es cálido, acogedor, distinto de la calle, del ruido de sierras, de los hombres trabajando, que no paran. Fluye como el agua la conversa  acerca de nuestras vidas como hijos,  es claro, identificamos la presencia con distancia, ese común denominador nos da la confianza para entregarnos con pasión a mostrar al otro nuestra vivencia,  en una sala donde de lunes a viernes es sólo el profesor el que habla y todos están sentados mirando hacia el pizarrón. Con ayuda de  los globos, lanzándolo, abrazándolo, mirándolo de lejos, diciendo la palabra distancia; así de esa forma decidimos comunicar al otro grupo lo concluido.
Al llegar a donde está el otro grupo me doy cuenta que participan en el dos padres con sus bebes de un año y medio y dos años aproximadamente, el encuentro de hombres toma un tono de ternura, de frescura, de paternidad  practicante, esperanza de nueva generación de ser padre, de ser hijo , los globos siguen siendo un recurso de juego; ahora con  los bebes se torna distinta la conversa, la dinámica cambia, quieren caminar, jugar con el otro interactuar, soltamos los globos,  los compartimos con ellos. En un momento por no interrumpir el círculo, un padre solo con él bebe en un brazo, toma con la otra mano una mesa que está  patas pa´ arriba sobre la otra, la baja y prepara el lugar para la muda, pidiendo permiso mientras la conversa continua. Uno de los bebes con una palita de juguete quiere pegarle a un adulto este le responde “pegándole en modo juego también” todos reímos, nos integramos a ellos, ellos a nosotros.
Se habló con confianza, se declararon miedos y orgullos en la crianza, se relataron vivencias en torno al parto de su propio hijo, se plantearon deseos de educar distinto a lo formal, se manifestaba la opción de paternidad, de diversidad en la manera de abordarlo con pareja o solo. El taller nos dio la oportunidad en un ambiente acogedor, liberar penas y alegrías frente a nuestros pares, de nuestros recuerdos como hijo, de la vivencias como padres y no padres . Se detectaron problemas, se visualizaron soluciones, se generó fe y satisfacción en lo realizado.
Volví por la calle diez de julio más liviano con más esperanza, con la sensación de un nuevo sol.
Lunes 23 de junio de 2014
Toño Ortega Calderón