Hemos titulado a esta declaración intentando precisar lo que para nosotros, como varones, implica esta conmemoración. Primero revivir en nuestra memoria la lucha, desde hace siglos, de mujeres por defenderse de las condiciones de dominio y muerte que el sistema patriarcal, a través del machismo y el sexismo, les impone en diversas sociedades. También queremos enfatizar que esas luchas, si bien han logrado modificar algunos aspectos de esas condiciones – las mujeres acceden a la escuela y universidad; acceden al mercado del trabajo; se ubican en puesto de decisión política; pueden decidir sobre su maternidad – la calidad de dichas situaciones está lejana de ser de respeto hacia ellas y seguimos sin reconocer plenamente sus aportes en nuestro país. Todavía quedan en nuestro medio, quienes piensan que celebrar el 8 de marzo es regalar a las mujeres objetos para que cumplan de buena manera los roles que el patriarcado les impone (lavadoras, cocinas, etc.) u ofrecerles espectáculos que invierten el sexismo, ahora con la cosificación de cuerpos masculinos y les tratan – a las mujeres – desde el clientelismo político.
Conmemorar el 8 de marzo como día internacional de la mujer trabajadora, nos desafía a cuestionarnos por las formas en que reproducimos los privilegios que este patriarcado nos otorga a los varones. Asumimos que esos privilegios se sostienen sobre el dominio permanente hacia las mujeres, la vulneración de sus derechos y la obstaculización para que puedan desplegarse plenamente como sujetas. Estos privilegios se fundan también en el dominio sobre varones con menor poder: niños, jóvenes, no heterosexuales, individuos que desarrollan tareas de servicio en la sociedad.
Cuestionar los privilegios implica buscar dejarlos de lado y asumir otras formas de relacionarnos con las mujeres, con otros varones, con nosotros mismos y con nuestro medio social. Esas otras formas, han de poner en cuestión la reproducción de dominios contra las mujeres y permitirnos construir relaciones colaborativas y justas.
Conmemorar el 8 de marzo nos exige ponernos al lado de las compañeras y hacernos parte de sus luchas, las que son corporalmente compartidas y aquellas que aunque no impliquen nuestros cuerpos, requieren nuestra solidaridad. Esto es lo que nos lleva por ejemplo, a reclamar y exigir cambios en los varones para terminar con los feminicidios ¡Ni una mujer menos! También es lo que nos lleva a buscar que se despenalice el aborto, sin necesidad de causales, relevando siempre el derecho de cada mujer a decidir en su cuerpo.
Conmemorar el 8 de marzo, es para nosotros seguir en la lucha por una sociedad igualitaria, es seguir aprendiendo de sus luchas para mejorar las nuestras, hacer realidad el verso y que como sujetxs politicxs, en la calle, codo a codo, seamos mucho más que dos.