Este domingo 10 de enero murió el músico, compositor, arreglista y cantante británico David Bowie. Uno más de la pléyade creativa a que nos tienen acostumbradxs las brumosas tierras británicas… Uno que más allá de cuestionamientos de todo tipo, supo conjugar una innegable creatividad musical y performativa; profundidad intelectual y artística que, de la mano del rock pop, nos condujo -tal vez sin buscarlo en los términos teóricos e ideológicos que acostumbramos- por los caminos políticos de la deconstrucción de la identidad y de los modos de ser/estar, a partir de la estética y la creación… De la puesta en escena; más no una escena vacía, en ningún caso un florero puesto sobre una mesa cuyas patas tambalean, sino una reflexiva, hambrienta de provocación en medio de la tan compuesta sociedad inglesa… y posteriormente, mundial. Un sujeto que fue cuerpo y fue mensaje.
Si bien para muchxs la obra de Bowie podría carecer de una intencionalidad política ideológica, en los términos rígidos que solemos entenderla (teniendo claro que no es lo mismo ser David Bowie en Londres, que el «afeminao», «el raro» o el «maricón» artista de la pobla), sus permanentes cambios y formas de presentar el cuerpo, nos llevaron a pensar en el Bowie hombre, el Bowie mujer, el Bowie homo, hetero, bi o todo lo blablablasexual que tanto nos gusta decir… cualquiera de esas etiquetas que solemos poner, cuales prendas de vestir, en nuestro afán por «sabernos algo»… porque si no nos sabemos «algo», parece que no somos. Cualquiera de esas, fue David Bowie.
Se dijo bisexual, buceó por las experiencias homoeróticas o derechamente homosexuales, tuvo dos hijxs y dos compañeras afectivas (mujeres) públicamente conocidas… más tarde desdijo su bisexualidad, tildándola de error, o como el producto de un momento y un contexto en que se necesitaba provocar. Da igual, la transgresión fue, y bienvenida. Dirán que fue inconsecuente… a la cresta, por qué buscar consecuencia en aquello que no es inmutable, que es un continuum?
Gracias Bowie por tu «The man who sold the world»; por «Starman»; por tu «Modern love»… y por «Lazarus», el último de tus temas… por esa delgadez y estética «amariconá»… gracias por darte el lujo de parecer nada y todo a la vez… por poner en jaque a las mentes que estructuramos modos de ser/estar; por ser padre y darnos a conocer a tus dos compañeras…
Gracias, porque con sólo haber hecho que unxs cuántxs nos preguntáramos «bueno, y este, qué diablos es?»… dejaste una huella. Nos llevaste a esos conceptos que muchas veces flotan inertes en ensayos, libros y enciclopedias que «nos definen».
La próxima vez que me delinee los ojos, lo haré en tu memoria.
Chau, Bowie!
Miguel Ángel González Campos
Militante del Kolectivo Poroto