La Copa América: Fútbol y Masculinidades (crónica).

Hinchas-Seleccin
La Copa América está a punto de iniciar los 90 minutos más intensos de la sangría futbolera americana. Aún resuenan los ecos de la fiesta mundialista que se vivió en Brasil 2014 y toda la pasión que se vivió en las canchas, estadios, bares, casas y en todos los lugares donde un televisor o una radio avivan la hinchada alentando a los gladiadores que buscan el gol.
La actual copa tiene en los chilenos/as un sentido cercano y próximo, se juega en nuestros estadios, las selecciones se alojan en nuestras ciudades y en esta copa “somos más protagonistas.” Aunque la mayor parte de los chilenos/as sólo se entera del fútbol por los medios de comunicación y son los menos los que participan de la fiesta de las galerías, los cantos, gritos de aliento, noventa minutos de saltos, gritos, de ofensas y chuchadas al equipo rival.
Cada día el fútbol con su maquinaria comercial, multimedial, económica y de moda impacta más  en la población; todos los medios y su difusión harán que el mes de junio sea sólo Copa América y toda la propaganda en torno a los noventa minutos más esperados por los hinchas. Un mar de poleras rojas, banderas, cornetas y papel picado adornaran las calles, todos preocupados del aparato donde transmiten los partidos, del asado y de la diversión. Las diferencias estarán marcadas por los barrios donde se reúne la hinchada, por sus bares, plazas y puntos de encuentro.
Sin ninguna duda esta fiesta futbolera en la que jugamos de local y que reúne a los mejores jugadores de este lado del mundo, lleva en su entraña la pasión orgásmica del triunfo, de burlar al rival, de hacer una jugada para ridiculizarlo y gritarle fuerte en su cara que agujereamos su entrepierna más resguardada, el arco; para demostrar con ello nuestra superioridad.
En ese espectáculo nos divertimos hombres, mujeres, niños/as, muchos jóvenes y cada vez más mujeres. Destacamos que cada vez más mujeres se hacen parte de esta fiesta porque toda la industria mediática, propagandista y amplificadora de la cultura futbolera tiene un sello machista, clasista, discriminador y sexista donde las mujeres son cosificadas de acuerdo a su cuerpo y el tipo de transgresión a las que están dispuestas, siempre a los ojos de los hombres que las miran con la misma pasión y calentura de gol. Además en este contexto futbolero regional, la explotación sexual infantil, la homofobia, son algunas de las prácticas que se generan en torno al fútbol y los dominios masculinos hegemónicos.
El fútbol nos gusta como juego, con su pasión, esfuerzo, juego de habilidad, trabajo colectivo y mucha garra. Si el equipo gana o pierde nos sigue gustando, nos gusta hacer la fila en el estadio y caminar rápido a la entrada de puerta que nos  lleva a la galería, nos gusta  cuando sale el equipo y millones de papeles picados, voces, gritos, saltos sudorosos, poleras al viento, millones de partículas azules, rojas y blancas en el cielo tras un sólo clamor, ganar y pasar la mejor tarde de la vida alentando al equipo.
Si ponemos la pelotita en tierra y miramos por donde va el contexto de esta Copa América y del fútbol cada vez más manejado por las empresas, nos gusta menos. Se levanta la estela de una fiesta diseñada para los hombres donde las mujeres son transformadas en un objeto de consumo, como la cerveza o el asado. Toda la fiesta es una fiesta de transgresión al servicio de los varones lo que potencia la fiebre machista y la hegemónica cultura patriarcal.
Como en la película brasileña “el año en que mis padres se fueron de vacaciones”  de Cao Hamburger, en el marco del mundial de 1970, mientas corre la pelota por los estadios y la hinchada atenta a los resultados, se vive otra historia, una más trágica en el Brasil de los oscuros años de la dictadura. Hoy en el marco de esta copa la violencia hacia las mujeres vive su peor jugada. Hoy ya son 28 las que han muerto en manos de sus (ex) parejas, pero parece que esto no existe, no está en la prensa, en las conversaciones, en las estadísticas de los centros de estudios, en las cartas de los lectores de diarios, etc. La muerte de las mujeres en manos de sus parejas no es tema de hombres. El femicidio no es parte de nuestra conversación social. El fútbol, sí.
Mientras la pelota corre por los estadios de Chile en esta Copa América, los hombres debemos poner la pelota en el piso, mirar en contexto y decir con fuerza que el partido de la violencia contra nuestras compañeras, amigas, vecinas, familiares y muchas otras mujeres, no lo jugamos, pero también debemos cuidarnos de ser parte de la hinchada que vocifera y canta una canción cargada de burlas, expresiones donde la feminización del rival es la constante y lo femenino es un objeto de uso, de burla y de ofensa.
Es cierto que el futbol, las copas, torneos, tardes de estadio y de bares mirando el partido, son mucho más que el machismo descrito, pero también son parte de él y no podemos  quedarnos parados viendo botear la pelota…
En esta Copa América no juguemos el partido de la violencia y del machismo. Juguemos el partido de la colaboración, el respecto, la indignación frente a la violencia machista que asesina mujeres en nuestra sociedad.
Kolectivo Poroto, hombres por otros vínculos
Junio, 2015.

 

Apuntes sobre el dolor social generacional (*)

Para Diego Guzmán Farías, estudiante de Prevención de Riesgos 
y Exequiel Borvarán Salinas, estudiante de Psicología, Valparaíso, Chile. 
Con dolor, pena y esperanza.
 
Otoño de 2015.
Francisco Farías Mansilla[1]
En nuestras sociedades latinoamericanas y caribeñas, las relaciones sociales entre generaciones, han venido siendo denunciadas por diversos actores, en su carácter Adultocéntrico, es decir, sociedades ordenadas desde la sobrevaloración de lo adulto en desmedro de lo considerado menor (niños, niñas y jóvenes) y de lo que ya pasó (vejez). En esta asimetría (+, -), el mundo adulto aparece como un tiempo social deseable, como el modelo a seguir y como referente normativo que ordena nuestros imaginarios y prácticas.
Vivimos en sociedades adultocéntricas (también patriarcales, capitalistas, coloniales, sociedades organizadas en multidominios), que se construyen desde una cierta imagen de adultez, que posibilita el maltrato hacia nuestros jóvenes, lo que podemos observar al interior de las familias, escuelas/liceos, iglesias, trabajos, entre otros espacios; en la toma de decisiones, en las condiciones que generamos para su participación, en la forma que resolvemos nuestras diferencias, en definitiva, en el trato que construimos con ellos y ellas.
Denostamos sus producciones (contra) culturales, políticas y sociales, las leemos desde nuestros lentes adultocéntricos, esperando siempre tener la última palabra (“Palabra de Adulto”) y la razón al momento de dirimir conflictos entre generaciones. Escuchamos poco. Hablamos mucho. Subvaloramos sus Utopías, creemos que no saben, los pensamos binariamente entre la belleza del joven voluntario y la maldad  del joven que se moviliza protestando por el derecho a la educación. Creemos que “La Juventud es una enfermedad que se pasa con el tiempo”.
 
En los últimos 25 años, desde la llegada de los gobiernos civiles, el Movimiento Estudiantil(desde el potente silencio de los noventa, pasando por el “Mochilazo” del 2001/2002, la Revolución Pingüina del 2006 y el Movimiento Social por la Educación Pública, Gratuita y de Calidad 2011-2012), corrió el cerco de lo posible y cuestionó nuestra sociedad estructuralmente.Politizaron nuestro orden social, nos mostraron las injusticias del sistema educativo chileno. Criticaron con fundamentos la promesa de integración y movilidad social. Así y todo, los queremos educar unilateralmente desde el mundo adulto, imponiendo la Educación Cívica, como respuesta a la crisis de la clase política y sus vínculos con el capital financiero.
Los Mundos Juveniles resisten la dominación Adultocéntrica. También la reproducen, porque sus prácticas poseen un carácter humano y social. En palabras de un amigo, son “pulentos y charchas” en el mismo movimiento.
 
El asesinato de los dos jóvenes en Valparaíso, se inscribe como socialmente legítimo, en la medida que hemos generado condiciones materiales y simbólicas para su producción. Hemos llegado a pensar la juventud como una condición deficitaria de nuestras sociedades. Si eres joven empobrecido, mujer, indígena; las posibilidades de constituirse como sujeto disminuyen considerablemente.
 
Lo ocurrido ayer, lejos de ser un accidente, una tragedia o una acto meramente individual, nos muestra una sociedad que se expresa en su conflictividad social con nuestros jóvenes. Nos habla que hay ciertos sujetos que merecen no existir (por ejemplo,  la campaña radial de un programa que llamaba a “Pitiarte un Flayte”  el año 2005, vinculando pobreza y delincuencia[2]), nos señala nuestras jerarquías sociales.
Así como el movimiento feminista y de mujeres, ha venido denunciado el carácter Patriarcal de nuestra sociedad, con la consigna ¡CUIDADO! EL MACHISMO MATA, necesitamos una consigna para denunciar la dominación Adultocéntrica en nuestras sociedades y co-construir alternativas dignas que posibiliten la constitución de sujetos jóvenes.
Urge hacernos cargo!!!
 
 

[*] Escribo con mucho dolor. Dolor social por la muerte del asesinato de dos jóvenes en la ciudad de Valparaíso, en el marco de una manifestación estudiantil por mejoras en el sistema educativo, el pasado Jueves 14 de Mayo de 2015.
 
[1] Trabajador Social, Estudiante Magíster en Ciencias Sociales, FACSO, U. de Chile. Núcleo de Juventudes.
[2] Radio Carolina eliminó polémica sección “Pitéate un Flayte” (Chile, 2005)  https://www.lanacion.cl/noticias/site/artic/20051116/pags/20051116151123.html
 
 

De brazos cruzados…

Miguel Ángel González, militante del Kolectivo Poroto, comparte una interesante reflexión del último Taller de Paternidades en Lo Prado, espacio en el cual estuvimos trabajando con diversos actores y actrices locales de la Red Chile Crece Contigo.

Mayo, 2015.

De brazos cruzados…
La mañana fría recordaba que sí, que ya estamos entrando en los días de bajas temperaturas matinales, lluvias que (esperemos pronto) purifiquen el entorno, y hojas caídas en las calles… esas hojas que a muchxs nos pidieron para confeccionar manualidades infantiles sobre el otoño.
Nunca antes visité Lo Prado, lugar hasta donde nos tocó llegar para compartir con varones de la comuna, sobre eso que llamamos paternidad y crianza. Junto a Carlos y Devanir reparamos en la -a mi juicio espantosa estructura metálica que a modo de arco cruza una calle principal, coronada por una cruz, recordando la vista del Papa a Chile en 1987-. “Otro ejemplo de colonización permanente de las conciencias”, pensé.
Luego, seguimos rumbo al lugar de encuentro: la reluciente Biblioteca Gabriel García Márquez, hasta donde poco a poco fueron llegando tímidos, silentes, pero seguro expectantes nuestros compañeros de jornada. Esos hombres (más dos mujeres que se sumaron), que decidieron ver qué traía este encuentro; que nos regalaron una preciosa mañana de sábado y nos permitieron invertir con ellos un tiempo de encuentro.
Presentaciones de rigor y establecimiento de algunas nociones importantes para el grupo: trabajo horizontal, aprendizaje mutuo, participación y dinamismo. Nociones que más tarde serían motor del trabajo.
Llegado el momento en grupos, fue el mensaje que me entregaba su cuerpo lo que me permitió ver en él un desafío, una invitación y una curiosidad que opté por canalizar en pos del grupo, y dosificar para que poco a poco, en la medida que él lo permitiera, diera luces sobre lo que tenía para entregar el ser interno que se protegía bajo esos brazos cruzados, aquel ceño fruncido y expresión de impenetrabilidad, acentuado por una piel curtida y manos trabajadoras. Recordé que la paciencia es una virtud revolucionaria y observé, esperé… el diálogo fluyó, y la presencia de una compañera lo dinamizó con lo certero de sus palabras, su gran capacidad expresiva y la gracia de su acento cubano-chileno.
Su turno llegó sin que lo pidiera.  “No tuve ni tengo relación con mi padre, y no me interesa tenerla. Está vivo, sé dónde y qué hace, pero no me interesa”. Eran el trauma, el abandono, la ausencia, la carencia, y el rencor los elementos que configuraban la vivencia de aquél hijo –también padre- que tanto llamó mi atención. Las conversas continuaron, y a tales experiencias compartidas, había que darles espacio para que continuaran su trabajo de remoción de escombros, pues finalmente, por muy taller que fuese, el de brazos cruzados se desnudaba frente a un grupo de extrañxs.
Minutos antes de culminar el primer espacio grupal, sus palabras vinieron sin ser esperadas. “Lo importante de todo lo que me pasó, es que no quiero repetirlo y no lo repito. Nada de lo que me pasó quiero que ocurra a mis hijas, por eso les entrego amor y todo lo que necesiten, aunque lo material no es lo más importante”.
Con ese mismo ritmo fluyeron tantas otras experiencias de vida -que ni este ni ningún escrito son capaces de reflejar fielmente-: de auto crianza en la calle, de esfuerzo, de conciencia de clase por ser sujetos padres en la cultura neoliberal del trabajo, el éxito, el consumo y la escases de tiempo, así como también otras gratificantes; de hijxs con recuerdos felices, padres presentes y figuras de orgullo. Una mixtura que cocinó un plato de los que más se recuerdan, aquellos que llevan varios ingredientes y mezclan sabores.
La jornada llegó a su fin y la palabra más repetida fue gracias; hubo risas, abrazos y valoración por lo entregado y recibido. El compañero de los brazos cruzados nos dejó antes de terminar, pero en mi mente seguía presente la mirada profunda de ese compañero y la decisión política de no repetir, de romper el cerco y ser con lo que vivió, pero para transformar su realidad más íntima… un hombre que, a pesar de lo que su cuerpo decía al comienzo, no se quedó de brazos cruzados…
Diría que el nombre de la biblioteca está bien puesto. No sólo por el homenaje que, sin duda, se le debe al “Gabo” García Márquez, sino porque mucho de lo que allí ocurrió fue, a mi modo de ver, y como con las mariposas amarillas, un encuentro mágico con el realismo.
Migue

Fútbol, Género y Patriarcado: LO DAMOS VUELTA!

“Dicen que el que no
tiene de donde
se compra un auto bien grande
para poder relucir
sueña con esas tetas divinas
con muchas piernas cruzadas
un leve toque francés”
“Sed de gol” – JoeVasconcellos
Entrando a la cancha
 
Nuestra postura como Kolectivo frente al fútbol, no es anti-fútbol. Nos gusta, somos peloteros, vamos al estadio, vemos con placer las pichangas de la población y en algunos casos, jugamos regularmente cada semana. No pretendemos con este ejercicio, construir una moral en oposición al fútbol, porque nos gusta jugarlo, y precisamente; bajo esa constatación;apostamos por de-construir aquellas prácticas que lo secuestran y le asignan relaciones sociales de dominación patriarcales y económicas.
Primer tiempo
 
El académico Oscar Barrera en su trabajo “Nosotros no jugamos con viejas” (2011), considera que el fútbol sostiene el sistema patriarcal, a través de la propagación de la representación de un modelo de hombre hegemónico (fuerte, joven, ágil, hábil, tramposo y burlón) a un gran número de espectadores/as, en un contexto neoliberal, que promueve desde la publicidad y el comercio, los estereotipos, atributos y valores del hombre ideal, los cuales por cierto, son según el autor muy funcionales al desarrollo del capitalismo. A nuestro juicio, el patriarcado es anterior al capitalismo; sin embargo, este último se nutre de él para potenciar sus estrategias de acción, es decir, utilizan al fútbol como herramienta para potenciar relaciones sociales en clave de dominación.
Desde el Kolectivo Poroto visualizamos el fútbol como una posibilidad para mirar lo social, en particular, las construcciones en torno a las masculinidades. Particularmente, queremos ver el fútbol desde las relaciones de consumo (re)-producidas en dicho espacio, asumiendo la tarea de reconocer elementos estructurales en torno al fútbol (fútbol mercantilizado, profesionalizado), así como aquellos presentes en nuestras vidas cotidianas que provienen desde esta práctica sociocultural (para entenderlas y de-construirlas, por ejemplo, cuando vamos al estadio, dejamos de gritar consignas homofóbicas, nacionalistas, sexistas).
Entre tiempo
 
El fútbol en su carácter “competitivo”, configura relaciones de poder en clave de dominación, cuando se asume como una práctica de sometimiento hacia aquellos que derrota, es decir, con quienes juega/comparte. Visto así, este deporte apuesta por el éxito para excluir a los rivales. Los goles, son parte del maltrato a los otros, “sino ganamos, les pegamos”, y cuando ganamos, ridiculizamos a los perdedores al extremo de anularnos como sujetos.
Según nuestros apuntes del Taller de «Machismo y Fútbol» con el Club Deportivo Mixto Estrella Negra de Estación Central (Diciembre, 2014), el fútbol tradicional se caracteriza por el apoyo económico que tienen los clubes, lo cual aproximaría a estas instituciones deportivas más al negocio del fútbol, que al placer de jugarlo. Por otra parte, no son mixtos. Hay ocasiones donde los equipos cuentan con ramas femeninas, sin embargo, en escasas oportunidades, el fútbol es pensado como una actividad mixta, es decir, donde hombres y mujeres, jueguen en base a sus diferencias y complementariedades (algo similar ocurre con las generaciones, ya que por lo general, los más pequeños y los más mayores, son excluidos del fútbol en su formato tradicional). También se reconoce la dificultad que tienen los jugadores de fútbol para ejercer la libertad de expresión. Al ser los equipos de fútbol; instituciones jerárquicas, las posibilidades de incidir disminuyen en función del lugar que se ocupe en la pirámide que organiza a los clubes (hoy, en su mayoría, sociedades anónimas).
Finalmente, las y los participantes del taller; visualizaron que los equipos tradicionales de fútbol tienen un capitán, lo que en principio no dice mucho del ejercicio del poder, sin embargo, en sus experiencias peloteras, el capitán por lo general es hombre, mayor, con más tiempo en el equipo y no siempre consulta los intereses de los integrantes de todos en los equipos.

 Diciembre 2014, Centro Social Biblioteca Aeropuerto (Estación Central, Santiago).

Lo asumido como “natural” en el fútbol, ganar/perder, no es más que un proceso de construcción social, es decir, sus reglas se pueden modificar, en base a los intereses que persiga nuestro quehacer político-social. Si apostamos por la competencia como consigna, el fútbol en su práctica habitual, es perfecto. Si queremos otros tipos de relaciones, comenzar por interrogar los valores que se construyen en torno a él, como práctica social, es una oportunidad.
Segundo tiempo
La profesionalización del fútbol (objeto de consumo, procesos de mercantilización, de dirigentes a empresarios del fútbol, etc.), construyó la idea de esta práctica como una posibilidad de movilidad social, idea que vemos expresada muy fuertemente, en las escuelas de fútbol; donde padres/madres apuestan porque sus hijos/as; algún día lleguen al fútbol profesional (como Alexis Sánchez, por ejemplo). El problema que visualizamos, es que muchas veces estos espacios de acompañamiento, van de la mano de sobre-exigencias, maltratos psicológicos y gritos que castigan cuando las cosas no salen según las expectativas de las y los apoderados.
Si en el caso de las mujeres  se dice que “para ser bellas hay que ver estrellas”, en los varones futboleros para ser futbolista profesional, hay que correr y meterla (poner huevos) y por cierto, no expresar sentimientos que puedan ser leídos como debilidad según el Modelo Hegemónico de Masculinidad Patriarcal. Gary Medel, seleccionado nacional, en una conferencia de prensa el 2010, en el contexto del mundial de fútbol, dijo “no pude llorar porque dicen que soy el pitbull gay”, frente a lo cual se desataron carcajadas de los periodistas asistentes (18-06-10).
Minuto 90
 
La feminización del rival (1); aparece como característica del fútbol en su versión patriarcal capitalista: «madres”, “zorras” y “monjas”. La genitalización del derrotado, como sumisión. Pene avasallador para los que pierden. Por su parte en la escuela, “recreo”, nos solemos encontrar  con prácticas que van desde el apropiamiento del espacio por parte de los varones que juegan fútbol, hasta las reproducciones de las violencias de las barras (violencias sociales). La población es también un espacio donde se expresa lo anterior, la “liturgia” de ir al estadio, muchas veces se tiñe de violencia de género (acoso sexual callejero contra las mujeres, por ejemplo). La derrota es signo de debilidad, por eso perder bajo esta perspectiva es inaceptable. La diferencia, lo diverso en este contexto, se transforma en desigualdad, y toda desigualdad merece sospecha y por cierto negación, hasta su desaparición material o simbólica.
Tiempo extra
 
Las alternativas que visualizamos en este escenario, van de la mano de reconocer en nuestros aliados/as, prácticas que se abren camino desde producciones contraculturales:
Chigol y Fútbol por la vida de Costa Rica (experiencias de fútbol callejero), Escuelas de fútbol desde la educación popular, Centros sociales y sus talleres de fútbol mixto, nos dan algunas pistas:
-Apostamos por volver [2] al fútbol como un espacio de socialización, que asuma la construcción social de este deporte, y por ejemplo, pase de prácticas basadas en la competencia a prácticas colaborativas.
-Juntarse a “chutear” (patear el balón) y divertirse sin tantas reglas, viviendo el fútbol como una práctica de encuentro entre sujetos/as que se sienten convocados por el placer de jugarlo, sin tener nada que demostrar (Eduardo Galeano describe el fútbol como el triste viaje del placer al deber).
-Juntarse a compartir en el otro equipo tras el partido. Práctica que en el rugby se denomina “tercer tiempo”.
-Problematizar la “competencia” del fútbol, como una posibilidad para desnaturalizar sus prácticas patriarcales, reconociendo la funcionalidad para el capitalismo (modo de producción).
-Inventar juegos donde el triunfo sea solo colectivo (individualidades que lo sostienen), que promueva la cooperación y el trabajo en equipo.
-Trabajar en equipo para desarrollar nuestros proyectos deportivos y sociales.
-No aceptar insultos en el fútbol (violencia verbal), no reírnos de las bromas machistas y racistas que se dan en
los partidos.
-Promover equipos deportivos mixtos e inter-generacionales, donde niños, niñas, jóvenes / hombres y mujeres; se encuentren jugando fútbol, desde sus diferencias y complementariedades. Apostando por pasarlo bien colectivamente.
Cabe consignar, que el Patriarcado nos va ganando “el partido”, por goleada, pero no está muerto el que lucha. #lodamosvuelta!
2da versión ampliada, Abril -2015.
[1] Al respecto sugerimos ver  «Madres, zorras, monjas y el fútbol: las mujeres como sinónimo de inferioridad», de la Periodista Vanessa Vargas Rojas https://eldesconcierto.cl/madres-zorras-monjas-y-el-futbol-las-mujeres-como-sinonimo-de-inferioridad/
[2] El fútbol no fue siempre competencia. Eduardo Galeano dedica su libro “El fútbol a sol y sombra” a aquellos niños que se encontraba en los campos de su natal Uruguay. Ellos venían de jugar y cantaban “ganamos, perdimos, igual nos divertimos”.

Rol de los hombres ante el aborto en Chile: “Ellas deciden, nosotros apoyamos y acompañamos”

La discusión sobre el aborto en Chile se ha instalado con fuerza. Las luchas del movimiento feminista y de mujeres por construir mejoras en sus condiciones de vida, ha posibilitado esta conversación social.

 

Mucho más allá de la restrictiva discusión que el Estado y la institucionalidad han instalado -en torno a un proyecto de ley que despenaliza la interrupción del embarazo en tres casos específicos- existe una amplia gama de actores y actoras sociales que con menos visibilidad y tribuna para decirlo, señalamos con énfasis y convicción que el aborto libre, seguro y gratuito es un derecho de las mujeres.

Toda reflexión al respecto debe iniciarse reconociendo que ésta ha sido una lucha histórica del movimiento feminista y de mujeres. Asimismo, la búsqueda de un avance real en la plena emancipación de las mujeres requiere que los hombres seamos conscientes de nuestra condición de sujetos privilegiados y caminemos, desde la deconstrucción permanente de la masculinidad hegemónica, hacia una comunidad basada en la equidad efectiva de género.

En este proceso, y frente a la decisión de abortar, los hombres tenemos la oportunidad de comprender varias cosas:

  • El derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo debe prevalecer sobre el derecho de los hombres a la paternidad: no es lo mismo vivir el embarazo en el propio cuerpo, que no vivirlo.
  • El rol de los hombres, ya sea como parejas, amigos, padres o hermanos, debe ser de apoyo y acompañamiento a la autonomía de las mujeres en la decisión sobre sus cuerpos y voluntad de gestar o no, cuándo y con quién hacerlo.
  • El silencio y la neutralidad nos hacen cómplices de los graves problemas que viven las mujeres en torno a la penalización del aborto (hijos/as no deseados, abortos clandestinos e inseguros, estigmatización social, encarcelamiento).
  • Los hombres debemos asumir nuestra responsabilidad en la sexualidad y la prevención de embarazos no deseados, con prácticas sexuales consentidas y métodos anticonceptivos (preservativo, vasectomía).
  • Reivindicamos acciones de política pública: educación sexual, acceso universal a jardines infantiles, anticonceptivos gratuitos, fomento de conciliación laboral-familiar para mujeres y hombres, permisos de maternidad y paternidad iguales e intransferibles, y por supuesto: aborto libre, seguro y gratuito.

A diferencia del Estado y las instituciones que han constreñido la soberanía de las mujeres sobre sí mismas, desde el movimiento social feminista debemos ir más allá. Podemos plantearnos desde lógicas diferentes, desafiando lo establecido, en un marco de  acciones políticas situadas y comprometida con el aborto.

Conscientes de esa situación, y como colectivo de hombres que desde hace diez años trabajamos en la militancia social con el fin de erradicar el modelo hegemónico patriarcal,  en un nuevo Día Internacional de la Mujer denunciamos y combatimos toda forma de violencia  y discriminación de género, material o simbólica, en el espacio privado o público, y somos claros en reiterar nuestro apoyo a la demanda de que en Chile se avance hacia el reconocimiento pleno de derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, entre ellos el aborto libre, seguro y gratuito.

Por un 8 de Marzo sin Abortos clandestinos, “Ellas deciden, nosotros apoyamos y
acompañamos”
Marzo,
2015
Comentarios
a nuestro correo: kolectivoporoto@gmail.com

www.facebook.com/kolectivo.poroto

Curso-Taller: «De las certezas a las dudas. Masculinidades en el Chile Neoliberal».

COMUNICADO DE PRENSA
Colectivo de varones convoca a participar en taller sobre género, masculinidades y modelo económico.

La instancia busca ser un espacio de reflexión sobre las diversas aristas e implicancias que presentan la construcción de las masculinidades y las relaciones de género, a partir una visión crítica del modelo capitalista y neoliberal de sociedad.

Un llamado a reflexionar y actuar en torno a estas temáticas es el que hace el “Kolectivo Poroto, hombres por otros vínculos”, organización social que dictará el curso taller “De las certezas a las dudas: masculinidades en el Chile neoliberal”.

Según sus organizadores, el principal objetivo de la actividad es “contribuir a los procesos de sensibilización en torno a la condición patriarcal de nuestra sociedad capitalista neoliberal y a lo que ello está implicando en los varones y en la construcción de sus identidades masculinas”.
Con una duración de cinco días y quince horas cronológicas horas de trabajo en horario vespertino, la jornada de formación abordará materias como teorías de género, masculinidades y patriarcado, noción del cuerpo como elemento político y de placer, y las influencias que sobre la construcción de las identidades y relaciones tiene el modelo patriarcal de sociedad.
Si bien el Kolectivo Poroto es una organización compuesta por varones, con el fin de trabajar la homosociabilidad en las temáticas de género masculinidades y política, en la línea de deconstrucción de los estándares heteronormativos dominantes, el taller será destinado a hombres y mujeres, con cupos limitados (40), entre el lunes 17 y el viernes 21 de noviembre en el Liceo Confederación Suiza, de la comuna de Santiago.
“Las formas de ser hombre y mujer, los roles culturalmente asignados y las relaciones de género, sin duda son afectados por el tipo de sociedad en que las personas se desarrollan. Este taller es una invitación abierta a cuestionarnos y reflexionar sobre qué aspectos podemos modificar en nuestras relaciones entre varones y entre varones y mujeres, con el objetivo de derribar las barreras que nos impone la sociedad capitalista, el machismo y todos aquellos aspectos que impiden relaciones de respeto y mutua valoración”, señaló Francisco Farías, integrante del Kolectivo Poroto.
Mayor información sobre el taller, puede ser solicitada al correo electrónico kolectivoporoto@gmail.com y con Francisco Farías al fono 8-5015001

«Antonio Ramírez, armonizando las masculinidades» Entrevista

Por: Camilo Salas*
México
 
La imagen de un avión sobrevuela la cabellera larga y grisácea de Antonio Ramírez  mientras sus pies se acercan a mi  expectativa de conversar con él. Antonio, como le gusta que le digan sus amigas y amigos, recorre los pasillos del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México y ubica dos lugares para que la palabra y la memoria viva inicien su propia travesía.
Antonio es psicólogo, músico, maestro en drama terapia, doctor en psicología clínica y, sobretodo, uno de los referentes en la creación y fomento de grupos de reflexión con hombres que ejercen violencias en Latinoamérica. Perspectiva que ha venido articulando a través de la creación y orientación de un modelo de trabajo vinculado al Centro de Capacitación para Erradicar la Violencia Intrafamiliar (CECEVIM) en América Latina y Estados Unidos.
¿Cuándo se crea el modelo CECEVIM y en qué consiste?
El modelo se consolida entre 1992 y 1995 y es una herramienta que tiene como finalidad erradicar la violencia en los hogares y pretende substituirla con relaciones íntimas, interacciones opuestas a la violencia.
 
¿Por qué es importante el apoyo de las feministas en este tipo de modelos?
El respaldo de las compañeras feministas tanto en Estados Unidos como en México es fundamental gracias a que ellas tienen una mirada al trabajo que estamos haciendo. Yo no desarrollo el modelo en el vacío, tengo coincidencias con Julia Perilla y compañeras de Género y Desarrollo, Gendes, entre otras. Tengo la suerte de que me han apoyado hasta ahora, pero en el momento que no me respalden lo dejo; no es discurso, es un trabajo propio.
En su libro «Violencia masculina en el hogar, alternativas y soluciones” incorpora las frases “este libro le va a mover el tapete, así que quiero prepararlo”. ¿Cuál es la intención de hacer esta advertencia?
Porque a mí se me movió el tapete totalmente. El libro no empezó como tal sino como aclaraciones de los conceptos que estaba trabajando. Escribí un par de capítulos y le pedí el favor a una amiga de que lo editara y, después de hacerle varias entregas, me puso una nota roja que decía ¡Qué bestia, estoy envuelta por un hombre violento, lo que compartes en este libro es lo que me está pasando, voy a terminar mi relación! Por este motivo, escribo esa frase en la introducción. En ese momento pensé que si este texto fue tan fuerte para ella, entonces también sería muy confrontante para la persona que lo quiera leer.
 
¿Cuál es el tema de su siguiente libro y cuándo lo publicará?
El libro está en desarrollo y es un profundización de cada uno los conceptos del libro “Violencia masculina en el hogar, alternativas y soluciones” desde las perspectiva de género. El texto está orientado a profundizar los porqués subrayando que el espacio social y cultural son modificables y para mí estos son los fundamentos para hacer un trabajo revolucionario. La competencia entre hombres es un tema crucial y son los códigos identificados los que nos advierten si estamos hablando desde la competencia o desde la cooperación.
 
¿Por qué es un trabajo revolucionario?
Se ha considerado a la revolución como algo externo -especialmente los hombres- pero, para que sea cierta, se debe implementar una educación interna la cual articula mi actitud conmigo, mi actitud con otra persona o personas y la relación entre estas. Es un cambio interno el cual se hace por voluntad.
 
¿Cuántas personas se han formado en el modelo CECEVIM y en qué países está operando?
El modelo ha sido impartido a mil personas las cuales habitan en países como Uruguay, Panamá, México y cinco Estados de Estados Unidos: Oregon, Georgia, Oklahoma, Baltimore y San Francisco.
 
¿Cuál es la proyección de los grupos de reflexión con hombres que ejercen violencia?
El proceso que hemos llevado a cabo está dirigido a decirles a los compañeros que hagan un plan para no ser violentos pero no les hemos dicho cómo hacerlo; la respuesta es la meditación. Si yo medito 15 minutos al día presto atención a lo que estoy pensando y puedo desapegar esas ideas de mi intelecto y dejó de ejercer violencia.
 
¿Si pudiera relacionar la música con el trabajo con hombres que ejercen violencia cómo podría definir esa pieza musical?
Uno de los conceptos que tomo de la música es la armonía y esta es vital para  combinar individualidades con el fin de crear un propio sonido. Además, como dijo una amiga, las relaciones tienen que ser éticas y estéticas y, si hacemos algo artístico con una pareja, esto se traduce en una relación, en armonía.
¿Cómo te sientes?,  le pregunto a Antonio mientras contemplo su sonrisa cómplice. Él sabe que este es un cuestionamiento recurrente cuando se trabajan en grupos de reflexión con hombres violentos.
Muy bien, es rico recordar estos aspectos de la vida. Antonio se levanta, camina un poco más rápido que mis pies pequeños y se percata que miro los muñecos que cuelgan de su mochila.
¿Y por qué tienes esos muñecos? le pregunto mientras intento agarrar uno.
Algunos los compro y otros me los regalan, pero realmente los tengo porque no quiero olvidar la curiosidad que tienen los niños y las niñas.

 

* Comunicador Social y Periodista. Especialista en Infancia, Cultura y
Desarrollo. Educador para la paz y los Derechos Humanos. 

Paternidad…de la Distancia a lo Colectivo.

Raúl Ortega Mondaca.

Lo único que transforma a un hombre en padre es tener un
hijo o una hija, es decir, la existencia de un otro u otra a quien llamamos
hijo o hija, es decir, tener un vínculo o relación social con esa otra persona.
Desde esta perspectiva, el tipo de vínculo o relación que
tiene un padre con sus hijos o hijas, es lo realmente determina qué tipo de
padre es y qué crianza ejerce (o no ejerce), esto más allá de las intenciones o
sentimientos que ese padre declare tener. Esta es finalmente, la materialidad
de la vida. Más allá de nuestras emociones o intenciones (pero influidos por éstas),
lo que nos articula como sujetos sociales reales y padres en este caso, son las
relaciones sociales que ejercemos y desarrollamos en el día a día con nuestros
hijos e hijas.
Resulta muy decidor entonces, que un grupo de hombres
reunidos frente a la convocatoria de un Taller[1],
establezca como concepto clave para identificar el vínculo que tuvieron con sus
respectivos padres, la palabra “distancia”. Distancia absoluta o ausencia en
algunos casos, distancia física en otros, distancia comunicacional o distancia
en las expresiones de afecto y confianza. En todos los casos, se planteó un
tipo de relación social distante, valorando dicha distancia en términos
negativos.
En palabras simples, fuimos criados mayoritariamente por
padres distantes o incluso ausentes. Padres que cuando estaban presentes solían
estar demasiado ocupados por sus trabajos, que eran parcos a la hora de
expresar afectos, más preocupados del control disciplinario que de la
generación de confianzas, padres machistas en sus relaciones de pareja, padres
a veces violentos con sus hijos, hijas y compañeras. Esos fueron los tipos de
vínculos que vivimos como hijos y que constituyen la referencia que tenemos, para
bien o para mal, para constituirnos ahora en padres.
Y precisamente frente a esta referencia de paternidad
distante, surge una de las primeras claves de la paternidad que ejercemos o
queremos desarrollar: la negación de la paternidad que vivimos como hijos, la
necesidad imperiosa de construir otra paternidad, una que se ejerza en
cercanía, que no se oculte, que se exprese cotidianamente en la crianza, los
cuidados, los afectos, la confianza. Una paternidad que se inventa desde el día
a día, desde el estar ahí con las hijas e hijos.
Frente a esta nueva paternidad o intento de ella, inmediatamente
surgen los miedos. Miedo a reproducir las lógicas vividas, así casi sin darse
cuenta. Miedo a que nuestras opciones de vida y de nuestras parejas, nos
impidan ejercer la paternidad que queremos. Miedo a que las condiciones
económicas y la necesidad de trabajar no nos deje tiempo (ese tiempo tan
necesario). Miedo a no saber ser el papá que queremos ser o a sentirnos solos
frente a algo tan impresionantemente grande como ser responsable (aunque sea en
parte) de la vida y la crianza de otra persona, entre tantos otros miedos…
Afortunadamente, junto con los miedos, surgen los anhelos y
posibilidades que esta nueva paternidad quiere explorar: En primero lugar,
romper con la idea tradicional de la paternidad como un fenómeno privado e
individual, lejos de querer encerrarnos y escondernos en nuestros hogares,
preferimos pedir y recibir ayuda, y más que eso, criar en colectivo, incluso
más allá de la pareja, con amigos y amigas, con familiares y vecinos/as que
quieran generar vínculos comunitarios, que quieran compartir los placeres y las
responsabilidades de ayudar nuestros/as niños y niñas a ser felices y
apropiarse del mundo.
Esto supone un segundo anhelo muy importante, generar
espacios de crianza y educación que no reproduzcan está injusta sociedad, sino
más bien que la tensionen y la transformen. Buscamos criar y educar a nuestros
hijos e hijas para la libertad o mejor dicho, para la conquista de ella, es
decir, para que puedan tomar sus propias decisiones y rumbos, para que se
puedan hacer cargo de sí mismos/as, de sus necesidades y problemas, para que rompan
el individualismo y sean solidarios/as, autónomas/os y felices. Una crianza que
se asume políticamente, es decir, que se piensa desde la realidad que nos tocó
vivir pero que se proyecta en la realidad que queremos construir.
Una paternidad que se autogestiona, es decir se inventa así
misma y choca con las estructuras y lógicas sociales vigentes, que desafía la
tajante división social entre lo considerado masculino y lo considerado
femenino, que cuestiona a la escuela como poseedora del monopolio de la
educación, que valora las instancias de encuentro y diálogo con otras y otros,
que se muestra y ejerce en lugares públicos, que se organiza con otros padres,
madres e hijos/as en el barrio o la pobla, que juega a la pelota y las tacitas,
que viste de morado, negro y arcoíris, que establece límites, reconoce errores
y aprende constantemente de los hijos e hijas.
Esos son algunos de los miedos y anhelos que como padres
sentimos y expresamos, seguramente con tropiezos y aciertos, se comienzan a
traducir en formas concretas de trato y vínculos con nuestros hijos e hijas.
Esa es la paternidad que estamos inventando… 


[1]°
Sesión del ciclo de Talleres Palabra de Hombre 2014 sobre Paternidad y Crianza,
convocado por el Kolectivo Poroto y desarrollado en dependencias del Liceo
Confederación Suiza el sábado 21 de junio de 2014.

Reporte de Taller: «Paternidades y Crianzas» desde la mirada de un varón porteño

Reporte, del verbo reportar. Retribuir, proporcionar, recompensar.

Llegaba tempranito a la capital… en unas horas sería la esperada re-unión… miraba los edificios y las calles, cada vez q voy a Santiago me da la impresión de que ambxs (las calles y los edificios) están un poquitito más grandes que la vez anterior… es como que los objetos de esa ciudad están en constante crecimiento, junto con la ciudad.
Caminaba por Santiago entusiasmado, mis expectativas se reducían a las simples ganas de juntarme con hombres a compartir en libertad (socialmente hablando), y para eso se necesitaba mirarnos a los ojos, sonreírnos, tratarnos amablemente, con cariño. De este modo, mis expectativas se cumplieron al minuto que entré a la sala, y todo el resto fue un regalo.
Yo dividiría la jornada en tres partes, aunque se mezclarán a lo largo de toda la mañana.
La primera parte fue un encuentro, como lo es el encuentro de un grupo de niñxs desconocidxs (desconocidxs entre ellxs) en una plaza, donde se ponen a jugar sin presentarse, ni analizarse, ni cuestionarse. Tomamos globos de colores y jugamos… queríamos hacerlo, nadie se preguntó mucho por qué, pero queríamos hacerlo. Ahí compartimos experiencias espontáneas, risas, conversaciones y alegría. Esa instancia nos presentó como los seres sensibles y frágiles que somos, nos envolvió en un ambiente sin competencia, sin pretensiones… nos posicionó en el anhelado ambiente de libertad, en un espacio amable, pero claramente político.
 
La segunda parte fue el compartir nuestras relaciones con nuestros padres. Teníamos historias muy distintas, algunos con padres presentes, otros con padres ausentes, pero un denominador en común: la distancia. La distancia se ha expresado de forma categórica entre nosotros, los varones. Ser muy afectuoso y cariñoso es símbolo de poca hombría y el ser homosexual se considera un insulto desde chiquitito en el liceo… la sociedad nos llena de miedos a cosas que no existen, planteando un estereotipo de macho al cual debiésemos seguir, el que contempla, entre otras cosas, opacar las emociones y mantener distancia entre nosotros mismos. De este modo varios recibieron la caja de herramientas desde muy temprana edad, pues serían los hombres de la casa y deberían cuidar y proteger a sus mujeres (aunque ese cuidar algunas veces no sea mas que reprimir). Así fue como nuestros padres ya habían recibido las cajas de herramientas (que simbólico regalo) de nuestros abuelos, ya habían sido tratados con distancia y ahora era nuestro turno, nuevas generaciones de machos preparados para jamás llorar ni reclamar amor.
En la tercera parte compartimos nuestras emociones sobre nuestrxs hijxs, lxs que ya existen, lxs que queremos que vengan y lxs no queremos que vengan. La crianza es un trabajo social y colectivo, lo que además la transforma en una instancia política, pues lo cotidiano es político. 
Conversamos grandes traumas vivenciados, como la escuela y su carácter autoritario, donde cualquier gesto de libertad es reprimido; conversamos sobre la tortura del parto y los tratos inhumanos que reciben nuestras compañeras, madres y hermanas junto a nuestrxs niñxs (donde además somos excluidos).
Conversamos además sobre la distancia que no queremos tener. No tenemos muy claro como criar a nuestrxs hijxs, pero si sabemos que buscamos que se desenvuelvan en un ambiente donde el amor, la creatividad y las emociones dancen sin interrupciones en sus cabezas y las nuestras. De esta forma necesitamos des-aprender para al mismo tiempo aprender juntxs. 
Volví a mi región contento, no hay grandes calles, solo las mismas casitas de colores de hace 100 años atrás, que se
derrumban y queman una y otra vez, pero que siguen ahí, entre tanto laberinto. Pensé entre la diferencia de ser hombre en Santiago o en Valparaíso… pensé como sería un hombre chilote… pensé en un hombre boliviano, pensé en un hombre negro… pensé en un hombre heterosexual, en uno gay y en uno bisexual. Pensé en un rusio, pensé en un indio. Pensé que nos une y que nos distancia. Pensé que las distancias se acortan con sonrisas, con compartir un tecito caliente en la mañana. Pensé que juntxs la vida es mas fácil y me fui bailando pa la casa.
Poncho Con Pancho
Valparaíso
25 de Junio, 2014

De la participación en el Foro “El Género como construcción social: 4 perspectivas” Organizado por el/la Colectivx Conciencia Orgásmica de Talca

 

Todo comienza con un lluviosísimo día en Concepción, navegación hasta el terminal de buses, compra de pasajes hacia Talca, y dormir 2 horas de las 3 horas y media que dura el viaje. Por suerte llevaba un buen libro de compañero. Había preparado e impreso un documento, compartido con el Koleto y al cual Deva agregó importantes
fragmentos, pero la verdad fue escrito de forma casi natural, por lo que no tuve la necesidad de “estudiarlo”. El bus demoró media hora más de lo ofertado, por lo que al llegar al terminal ya estaba con media hora de retraso. Me
comunico telefónica y encuentro con Sofía, quien estaba esperándome junto a otra compañera, compramos desde ya los pasajes de vuelta y partimos hacia la Universidad Autónoma de Talca, sede del Foro. Yo no conocía Talca, por lo que aproveché de bombardearlas con preguntas respecto a la ciudad y lo que estaba aconteciendo en la misma (muerta-fome-chica-todos se van-no hay mucho son las primeras respuestas; todo funciona con autogestión-nos conocemos con harta gente-estamos motivadas haciendo cosas son las que emergen un poco después).
Llegamos con retraso, la actividad estaba fijada para las 16:30 y eran las 17:30 casi, me presentan con Kary –otra expositora, de la organización de transgéneras de Talca-, y directo al escenario. El auditorio está prácticamente
lleno, de 100 butacas deben haber ocupadas unas 80, un público mixto –ligera mayoría femenina-, joven, universitario. Me informan que me toca exponer tercero, después de Kary y ¿Loreto? –publicista con perspectiva de género-, y antes de Macarena –psicóloga, Magíster en estudios de género y cultura y doctora-en-algo-de-alguna-Universidad-europea, lesbiana-. Expone Kary sobre la organización de la que forma parte, dando cuenta de la situación experimentada por las transgéneras en Talca, de la que resalto la siguiente frase por sobre todo “nosotras no nacimos en un cuerpo equivocado, nacimos en una sociedad equivocada” .
A ¿Loreto? le falla el pendrive, por lo que me piden a mí que exponga segundo. Como no tenía ningún powerpoint
preparado, no tengo ningún problema en hablar al tiro. Mi exposición se basó entonces en mi relato, siempre en primera persona e intentando lo más posible recoger la postura que, como colectivo, entiendo compartimos respecto al género: que este se construye, que nos forma y que nos restringe, pero que no es estático, que se puede cuestionar, deconstruir y transformar, y que la apuesta del Kolectivo Poroto es justamente esa: hombres por otros vínculos, hombres todavía, que reconocemos que pertenecemos a un género, que ese género está presente en nosotros, que sabemos lo tóxico que resulta el Modelo Masculino Hegemónico Patriarcal para nosotros los varones pero aún más para lxs niñxs, viejxs y en especial para las mujeres, y que la apuesta política es por transformarlo. Intento dar cuenta de el doble movimiento del coleto: hacia dentro, como espacio de confianza y construcción de relaciones entre varones distintas, y hacia fuera, como espacio de incidencia política. Cuento un poco del encuentro internacional, de los talleres Palabra de Hombre (olvido los análisis de coyuntura). Relato mi relación particular como integrante del Poroto, y relato también mi propia historia de cuestionamientos, de tropiezos, de avances, de machismos que se mantienen y de sospecha permanente para conmigo mismo. Lo difícil que es para nosotros, y lo extraño que es para otros y otras, el cuestionar un orden que nos coloca –como varones, mayoritariamente heterosexuales- en el sitial de poder social. Lo fácil que es aprovecharse del “dividendo patriarcal”. Manifiesto que no me siento feminista, porque me parece que el feminismo es parte de la historia del movimiento de mujeres y no me parece justo apropiármelo. Manifiesto que a los varones organizados nos falta para conformar un “movimiento” como el que sí existe en el caso de las mujeres, no tenemos la misma historia –aunque
nos nutrimos de muchísimos avances y luchas del feminismo-, no tenemos la misma fuerza en términos de cantidad, estamos luchando por recién movilizar el cuestionamiento a un nivel un poco más generalizado. La lucha es día a día y a cada momento, porque el machismo lo tenemos interiorizado y naturalizado
.
Siento que salió bien porque lxs asistentes se rieron varias veces, me escucharon atentamente, nadie se fue durante lo que hablé, así que espero no haberlos aburrido y se haya entendido el mensaje. Después expone ¿Loreto?, nos muestra una serie de imágenes –publicitarias y propagandísticas- con marcado contenido sexista, en donde se (re)producen las brutales diferencias de género que forman parte de nuestra querida sociedad. Finalmente expone Macarena, cuestionando –desde Judith Butler, pero como nos cuenta ella, desde otrxs autorxs incluso anteriores- el concepto mismo de Género y destacando el carácter performático del mismo. Al final hay una ronda de preguntas. A mí se me pregunta –un hombre- específicamente por la incidencia política del colectivo: la idea es sacar las reflexiones “de adentro” hacia afuera, explico un poco los talleres Palabra de Hombre (partir con el cuerpo, dislocando la relación que coloca a los hombres como seres racionales, por ejemplo), explico ahora sí los análisis de
coyuntura, me voy por las ramas y llego a los cuestionamientos que hay de participar, por ejemplo, de la marcha del 8 de marzo como colectivo, y de lo adecuado o no que es “darnos a conocer” en momentos como ese. La siguiente pregunta que se me hace –otro varón- se transforma en un comentario de lo importante que sería trasladar estas luchas también al área de nuestros trabajos, a lo que ¿contesto? que me parece muy bien y que yo trato de hacerlo, y más allá de los trabajos es una lucha que se tiene que dar diariamente, en todo momento y con toda otra persona. Son las 19:30 ya, y tengo bus a las 20:20. Me paro, coloco la parka y el gorro de polar, escucho otra pregunta a Macarena y su posterior respuesta. Interrumpo y me despido, tanto de las organizadoras como de lxs asistentes. Me como un par de galletas con las chicas que afuera están preparando el “cóctel”, me dicen que ojalá se pueda organizar un Palabra de Hombre en Talca porque ellas ven que hay varones interesados “en el cuento”, me van a dejar a la micro y me voy conversando hasta el terminal con una de las asistentes al Foro, que me comenta que le encantó y que no cachaba casi nada de lo que se habló ahí y que ojalá se hicieran más cosas como esas. Llego a las 20:10, pregunto por mi bus, muy amable la vendedora de Tur Bus me informa que éste viene con 1 hora y media de retraso, así que salgo del terminal a caminar un poco por Talca, aprovecho de encender un cigarrillo que me llevé preparado desde Conce, vuelvo al terminal y leo hasta que llega el bendito-maldito bus. Duermo hasta Concepción y despierto a mi padre para que me vaya a buscar –en provincia no tenemos transporte público a la 1 de la mañana-. Llego a mi casa y me acuesto re-contento.
 
Inti
Fuica Rebolledo
Concepción